Segunda Encuesta Nacional sobre Consumo Digital y Lectura entre Jóvenes Mexicanos

Lectura entre jóvenes mexicanos

Hace unos días, en el marco de la 34 Feria Internacional del Libro de Guadalajara, se presentaron los resultados de la Segunda Encuesta Nacional sobre Consumo Digital y Lectura entre Jóvenes Mexicanos realizada por IBBY México en colaboración con Citibanamex y en la que tuve la enorme oportunidad de formar parte del Comité Técnico. 

Esta Encuesta resulta particularmente interesante por varios motivos:

  • Han pasado cuatro años desde la elaboración de la primera encuesta. Cuatro años pueden parecer poco tiempo, pero en materia de creación y consumo de contenidos, y en específico, de la lectura, muchas cosas han cambiado y estamos aprendiendo a ver de manera distinta a la lectura.
  • Se tomaron en cuenta lecturas en formatos distintos al impreso, algo que otras encuestas siguen sin considerar, el ejemplo más destacable, los audiolibros.
  • Es una encuesta que nos ayuda a reflexionar la lectura de un modo distinto al tradicional. 

La Encuesta contempla una muestra representativa de más de 4700 jóvenes de entre 12 y 29 años de zonas rurales, urbanas y estudiantes universitarios. Acá algunos de los resultados que considero particularmente interesantes:

El smartphone se consolida como el principal dispositivo para conectarse a internet y como dispositivo de lectura, una tendencia que vemos desde hace ya algunos años. Además el tiempo promedio destinado a internet no presentó cambios entre la encuesta de 2015 y esta segunda encuesta, 6.1 horas diarias. 

El 36% de los encuestados utilizan internet para leer, lo que representó un incremento del 9% en comparación con 2015. Y quizá lo más interesante es que la mayoría de los encuestados expresó gusto por la lectura, en especial a los jóvenes de 15 a 17 años, es decir, el 78%. En este mismo orden de ideas, resulta interesante que sean los jóvenes en la Ciudad de México los que más expresan que les gusta leer. Aunque, sin duda, esto daría pie a otro estudio, sería interesante reflexionar por qué precisamente en la Ciudad de México hay un mayor gusto por la lectura. Una hipótesis que me aventura a formular es que en la CDMX hay mayor acceso a estos contenidos: más librerías, más bibliotecas públicas y universitarias, etc. 

Segunda Encuesta Nacional sobre Consumo Digital y Lectura entre Jóvenes Mexicanos

¿Y qué hay de los formatos? Aquí también encontramos cosas muy interesantes. Los resultados indican que los jóvenes prefieren el formato impreso para leer; sin embargo, la elección por el formato digital ha mostrado un crecimiento del 20%.

Segunda Encuesta Nacional sobre Consumo Digital y Lectura entre Jóvenes Mexicanos

Al analizar más detenidamente el tema de formatos, podemos notar que una cosa es la preferencia y otra el formato en el que están leyendo. Por ejemplo, el 51% de los estudiantes universitarios prefieren leer novelas en formato impreso, frente al 39% que lo hace en formato electrónico; sin embargo, si lo comparamos con el 29% de los que preferían el formato digital en 2015, vemos que este formato ha tenido un incremento del 10% en tan solo cuatro años. Resulta particularmente interesante que para el género poesía, un género que da la impresión es poco explorado no sólo entre los jóvenes, se prefiera el formato electrónico en ambas encuestas. Aquí hay otro punto para un análisis más detenido.

Segunda Encuesta Nacional sobre Consumo Digital y Lectura entre Jóvenes Mexicanos

El audiolibro, por su parte, tiene un modesto 16% de consumo, pero no cometamos el error de menospreciarlo. Recordemos que si bien no es un formato nuevo, en México tiene sólo un año la entrada de plataformas de suscripción a este formato. Así que, sin dudarlo, veremos en encuestas y estudios futuros que incluyan a esta forma de lectura, como el audiolibro va creciendo y consolidándose. ¿Estamos hablando de un regreso a la oralidad? ¿por qué es tan atractivo?

En esta encuesta no podemos alejarnos del fantasma de la media nacional de 3.8 libros por año, lo anterior visto de manera pesimista; sin embargo, visto de otra manera, tanto los jóvenes en zonas urbanas (4.2 libros al año; 2.5  libros por gusto y 1.7 libros por obligación), como los estudiantes universitarios (6.5 libros al año; 3.5 libros por gusto y 3 por obligación) superan la media nacional. De hecho, esta segunda encuesta demuestra que se leen diversos contenidos: noticias, artículos de blogs, post o comentarios en redes sociales, novelas, cómics, historietas, cuentos, revistas, poesías, todo lo anterior además en formato impreso y digital. Es decir, que los jóvenes están leyendo intensivamente, y leen más allá del libro impreso, aunque aseguren que prefieren este formato. 

El acceso a los libros a través de la compra también muestra un incremento para el formato digital. Lo anterior es, sin duda, un llamado de atención a las editoriales y distribuidores de libros electrónicos que aseguran que los jóvenes sólo descargan versiones pirata. Así que valdría la pena que hicieran más amigable y eficiente el acceso a los contenidos digitales si quieren ver un incremento importante en las ventas en este formato. 

Y como este es un blog sobre bibliotecas (además de temas relacionados con el mundo del libro), destaco el papel que éstas juegan en permitir el acceso a todos estos materiales. El 20% de los encuestados accede a los contenidos a través de las bibliotecas digitales de sus escuelas. ¡Alguien por piedad informe al genio que canceló Digitalee sobre este tema! Bibliotecarios, prestemos atención a esto, los jóvenes necesitan el acceso y somos la principal puerta de entrada a los libros. 

¿Y a quiénes prestan atención los jóvenes al momento de escoger una lectura? Desde luego, padres, amigos y maestros son los principales influencers, el boca a boca no pierde vigencia ni eficacia. Resulta sorprendente, y no sé si necesariamente en un sentido positivo o negativo, que los booktubers o influencers tengan poca “influencia” cuando recomiendan libro. Aquí también urge un estudio o reflexión más atenta al papel que están jugando realmente todos estos chicos en la cadena del libro. 

Por cierto, aunque los padres, amigos y maestros nos superen por mucho, los bibliotecarios no quedamos tan mal parados en la influencia que ejercemos al recomendar libros si nos comparamos con los booktubers. Así que los bibliotecarios debemos seguir leyendo y conociendo nuestros acervos, pero también  debemos conocer al usuario y saber acercarnos a él/ella, ¡no todo es catalogar y clasificar!

Conclusiones

Aunque hay muchísimas cosas que me vienen a la mente con los resultados de esta Segunda Encuesta Nacional sobre Consumo Digital y Lectura entre Jóvenes Mexicanos, una cosa es muy clara: existe un imaginario sobre el libro, la lectura y los lectores, y una realidad en el comportamiento lector. 

Donde los jóvenes perciben una cosa, su comportamiento lector nos indica otra más alentadora. Por ejemplo, aseguran que prefieren el formato impreso, pero se está incrementando la lectura en formato digital. La realidad está superando a la ficcióncuando hablamos de lectura. Por ello y aquí la segunda conclusión, debemos replantear a la lectura, al libro y a los lectores más allá del libro impreso. Si seguimos entendiendo a la lectura en términos de libro impreso, no vamos a alejarnos nunca de esa media tan poco esperanzadora de 3.8 (décimas más, décimas menos) libros por año.

Y ya para terminar, unas preguntas para seguir la reflexión sobre la lectura entre los jóvenes mexicanos:

  • ¿Los jóvenes se asumen como lectores? Seguramente no.
  • ¿Qué es lo primero que les cruza por la cabeza cuando les pregunta si les gusta leer? Muy probablemente libros, aunque estén leyendo todo el día.
  • ¿Por qué dicen que prefieren el formato impreso, mientras un género que podríamos insertar de forma muy natural en dicho formato, se lee más en el formato digital? Aquí no puedo esbozar ninguna hipótesis.
  • De nuevo, ¿por qué si dicen preferir el formato impreso, se ha incrementado la compra en el formato digital?
  • ¿Y qué pasa con la creación? ¿están creando contenidos? Desde luego que sí.
  • ¿Qué pasa con el consumo de medios digitales distintos a la lectura que en algún momento se cruzan con ésta, como es la narrativa transmedia?

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