Durante la administración de Vicente Fox se anunció la creación de una Mega Biblioteca que se ubicaría en el norte de la Ciudad de México. En aquel entonces hubo mucho escepticismo sobre la necesidad de una biblioteca de grandes magnitudes. Se cuestionó la inversión y, como nunca, se criticó el cierre por goteras en su séptimo piso.
Después de los muchos vericuetos que ya ni siquiera vale la pena contar, llegó Daniel Goldin y con ello, lo que ahora podemos llamar, una nueva era donde se concibió a la Biblioteca como un espacio social y comunitario donde todos tienen cabida y que sirve a muchos propósitos, en fin, una biblioteca viva.
El primer acierto del director fue la visión de Biblioteca Pública que trajo consigo, como nunca antes la biblioteca dio sentido a aquello de formación, información y recreación, pero además dio cabida al descanso, al pensamiento, al ocio, a la creación, a la formación de ciudadanía. Y, si me lo permiten, también propició el intercambio, el descubrimiento del otro, la sorpresa, además de convertirse para muchos en refugio, algo que pocas bibliotecas públicas ensayan.
Lo anterior, sin embargo, no sería posible sin el personal adecuado. Por ello, Goldin se hizo de un equipo comprometido e inquieto, con ganas de aventurarse a experimentar esta visión de biblioteca que ahora todos reconocemos en la Vasconcelos, una biblioteca para la comunidad. Muestra de ello son sus Día del Niño con cientos de regaladores y actividades simultáneas; sus Bibliotecas Humanas, de las primeras realizadas en México; la apertura de su sala de Lengua de Señas; los distintos talleres (decenas, quizá cientos) ofrecidos por el área de servicios educativos; el trabajo de la Bebeteca y de la Sala Infantil; la reapertura del séptimo piso invitando a experimentar las colecciones de un modo distinto al que nos tienen acostumbradas las bibliotecas, por mencionar sólo unos pocos ejemplos de lo mucho que se hace allá.
Lo que nos ha dejado ver la Biblioteca Vasconcelos estos seis años es que la visión, de la mano de un equipo comprometido, inquieto y sin miedo a intentar, logran no sólo cambiar la percepción que se tiene sobre la biblioteca pública, sino convertirla en un referente de biblioteca a nivel nacional y mundial. Al grado de convertirla en 2014 en el cuarto recinto cultural más visitado del país o la biblioteca con más seguidores en Facebook (más de 640 mil mientras escribo este post).
A la Biblioteca Vasconcelos he podido conocerla como bibliotecaria ajena, como bibliotecaria de la Vasconcelos y como usuaria; y lo que he notado en todas estas facetas de mi relación con #MiBibliotecaVasconcelos es que a nadie deja indiferente: si eres bibliotecario ajeno, está el asombro por la forma en que una biblioteca pública puede impactar en su comunidad; si eres bibliotecario de la Vasconcelos o colaborador (como becario, tallerista o voluntario), te enorgullece formar parte de un proyecto como éste; si eres usuario, te enamoras, aunque se lea un tanto cursi, es cierto que te enamoras, porque puedes ver que es una biblioteca que no funciona con base en teorías rancias, sino que funciona porque está pensada en las y los usuarios reales.
Proyectos de esta magnitud social no se deben perder, aunque el cambio es bueno y necesario, también es necesaria la permanencia y constancia que permitan que algo que se viene haciendo bien siga creciendo. Como bien dice Michèle Petit: “A la hora en que las misiones de los bibliotecarios deben ser repensadas, México nos inspira: hay mucho que aprender de lo que Goldin y su equipo inventan día tras día en la Vasconcelos“, creo yo que aún hay mucho que aprender de esta biblioteca, su director y su equipo.
Verónica: tengo apenas unos días leyendo tu Blog.
Estoy gratamente impresionado por tu visión, la buena critica y lo comprometido de los artículos, breves y concisos, así como de tus magníficas presentaciones.
Enhorabuena!
¡Que vengan más!
¡Muchas gracias!
Comentarios como el tuyo siempre son alentadores para seguir escribiendo.
Saludos.