Lo importante no es leer rápido, sino leer cada libro a la velocidad que se merece. Es tan perjudicial pasar demasiado tiempo con unos libros como leer otros demasiado rápido. Jacques

Bonnet. Bibliotecas llenas de fantasmas.

Hace tiempo les había platicado en el post Estándares Nacionales de Habilidad Lectora que la SEP, en uno de sus tantos intentos fallidos para promover la lectura, implantó en el ciclo escolar pasado el programa “Estándares Nacionales de Habilidad Lectora,” denominado también “Competencia Lectora,” en el que supuestos especialistas en la materia establecieron la lectura de rapidez, es decir, las capacidades mínimas de velocidad y fluidez en la lectura para alumnos de educación primaria y secundaria, y donde se supone que si los alumnos alcanzan dichos estándares, mejorarán a su vez las capacidades lectoras.

El programa consiste en poner a leer a los niños durante un minuto y contar las palabras leídas en ese lapso, si los pequeños leen las palabras requeridas se entiende que tiene la competencia necesaria para leer y si leen menos palabras, entonces no son competentes; por ejemplo, si un niño de sexto año de primaria (11-12 años) lee entre 125 y 134 palabras por minuto se encuentra en un nivel “estándar”, si está por debajo de ese número, puede ubicarse en “se acerca al estándar” o “requiere apoyo” y, si lee más de 134 palabras, entonces el niño se encuentra en un nivel “avanzado.” Para ello, han elaborado un Manual de Procedimientos para el Fomento y la Valoración de la Competencia Lectora en el Aulaque explica a los docentes como funciona el programa y cómo aplicarlo.

¿Y luego? Pues como lo que importa en este país son números duros y no la promoción de la lectura, entonces estos datos aparecerán en las boletas de calificaciones y, hasta ahí queda todo, porque al parecer, las autoridades de educación consideran que la lectura se limita a leer determinado número de palabras que, al final del año deben sumar algo superior a los 2.9 libros por año—que es el fatídico número de libros que los mexicanos leemos al año—. Y claro, como a ninguno de estos “expertos” se le ocurre creer que leer va más allá del simple libro impreso, entonces nos quedamos con cifras que escandalizan a cualquiera que no comprenda lo que implica realmente esta actividad.

Esta “novedosa” forma de incorporar a los alumnos al mundo de la lectura, en realidad no es nada nueva y sí ha demostrado no servir, así de simple y sencillo, no sirve. Recuerdo perfectamente que en mi primer y segundo año de primaria (6-7 años) diariamente mi madre se sentaba conmigo para que, con reloj en mano, yo leyera un texto del libro de lecturas de ese año. Después de eso, anotaba en el libro las palabras que yo había leído en ese minuto y firmaba el texto; al otro día mi maestra (Clara Luz se llamaba) revisaba lo anotado por mi madre y ella también firmaba de enterada, nadie preguntaba por lo leído y pregúntenme si recuerdo alguno de esos textos que leí a manera de competencia y casi sin respirar para no perder palabras por minuto. En este caso recuerdo más las lecturas de mis libros de texto cuando comenzaba el año y que me emocionaban tanto, recuerdo más El país del PanLas abejitasLa palabra más grande del mundo y Dedos de luna y, sobra decir, nadie me obligó a leer y tampoco nadie me contó las palabras.

Como les decía, eso de contar palabras para determinar si uno leía bien ya se hacía al menos hace dos décadas y desde entonces los estándares de lectura siguen iguales, ¿qué los hace pensar que ahora sí va a funcionar? hablar de rapidez no implica comprensión y mucho menos disfrute de la lectura. Como señala Eva Janovitz, del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, ella sí, experta en el tema por más de 15 años:

…es una medida retomada de otros países, en los cuales no fue incorporada de manera aislada, como sucede aquí, sino forma parte de toda una metodología inexistente en México.

No es que la lectura de rapidez no sea útil, lo es para algunos momentos profesionales o escolares; pero definitivamente no va a servir para mejorar los niveles de lectura en nuestro país, porque en ningún lado se ha hablado de lectura por placer, que es con la que realmente se debe comenzar y tampoco en ningún lado se habla de capacitar a los profesores en la materia o, si se quiere ser más exacto, no se forma a maestros ni a padres lectores. Si se desea que una persona comience a agarrarle el gusto a la lectura, no se va a lograr contando palabras como si de un maratón se tratara; de hacerlo así, lo único que se lograrán serán boletas con cifras que sólo servirán para realizar estadísticas sin sentido.

Comentarios (3)

  1. Avatar for Veronica Juárez
    1 noviembre, 2011
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    Begoña Duro
    2 noviembre, 2011
  3. Avatar for Veronica Juárez
    2 noviembre, 2011

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