Lectora en biblioteca

Leer es bueno” dicen varios programas de fomento a la lectura, otros intentan convencerte asegurando que te hace mejor persona, más inteligente y humano. Y bueno, que esos ya son discursos gastados y no sabemos bien a bien si realmente nos hace mejores personas o más humanos, en el camino se pueden enumerar algunos casos de lectores empedernidos que no fueron precisamente las blancas palomitas que se supone debieron ser a pesar de que leían, si no me creen, acuérdense de Hitler.

Como se habrán dado cuenta, siempre he sentido un profundo rechazo a este tipo de discursos que a estas alturas no animan a nadie a leer, no demuestran nada, no aportan nada y sólo se quedan en intentos fallidos por convertir a las personas en lectores –y tampoco me creo mucho que sean lectores los que más las utilizan–. Prefiero hablarles de casos concretos, “contantes y sonantes” de los beneficios de la lectura, justamente el post anterior hablaba de eso y también algún otro donde les contaba que leer previene la demencia senil.

Pero como afortunadamente no dejan de realizarse investigaciones sobre la lectura con resultados sorprendentes, a la vez que estimulantes, acá les traigo un beneficio más de leer: tu cerebro se mantiene en forma, eso sí, siempre y cuando leas a los clásicos.

Lo anterior, de acuerdo con un estudio realizado por científicos, psicólogos y académicos de la lengua de la Universidad de Liverpool, quienes se dieron a la tarea de analizar la actividad cerebral de 20 voluntarios lectores y para ello, no les dieron cualquier cosa encuadernada y llena de letras, no, les pusieron a leer a Shakespeare, Wordsworth, T.S. Eliot y otros tantos clásicos que a muchos ponen los pelos de punta (en algunos casos me incluyo, sí que le vamos a hacer, algunos clásicos no son para mi).

¿Por qué leer a los clásicos y no cualquier otro texto pone a trabajar más el cerebro?
El lenguaje antiguo y palabras desconocidas para la mayoría de los lectores hacen que la actividad cerebral aumente, Shakespeare, por ejemplo, usaba una técnica donde los sustantivos cumplían la función del verbo y esto, pone al cerebro a todo lo que da por tratar de entender. Cuando probaron pasar el escaner por los cerebros de los lectores mientras leían un clásico adaptado, el cerebro no respondió de igual manera.

Pero si lo tuyo, lo tuyo, lo tuyo es la poesía, no hay razón para preocuparse, tu cerebro estará igual de activo que si lo pones a sufrir con los clásicos. Este estudio demostró que la poesía activa el hemisferio derecho, es decir, el área responsable de la memoria autobiográfica, que nos ayuda a reinterpretar la lectura con base en nuestras experiencias personales.

Lo anterior, confirmaría a su vez los otros estudios de los que les hablaba en entradas anteriores y que aseguran que la lectura previene la demencia senil y ayuda en la socialización, aunque claro, esta última parte ya es inferencia mía. Pero si no me creen, vean lo que dice Philip Davis, profesor de filología inglesa y miembro del equipo que realizó esta investigación.

La poesía no es solo una cuestión de estilo. Se trata también de profundas interpretaciones de la experiencia que añaden lo emocional y lo biográfico a lo cognitivo.

Y bueno, si entre tus propósitos de año nuevo está mantener el cuerpo, no olvides tampoco a tu cerebro, así que ya sabes, este es un buen motivo para leer este 2013, eso sí, busca tu clásico favorito.

Fuente: Reading Shakespeare has dramatic effect on human brain

Visto en: Papel en Blanco

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